âSi la ciudad es el lugar de encuentro por excelencia, más que cualquier otra cosa, la ciudad es su espacio público peatonal. La cantidad y la calidad del espacio público peatonal determinan la calidad urbanÃstica de una ciudadâ, nos dice Enrique Peñalosa.
Jordi Borja y Zaida MuxÃ, nos dicen que: â[â¦] El derecho al espacio público es en última instancia el derecho a ejercer como ciudadano que tienen todos los que viven y que quieren vivir en las ciudadesâ.
La activista social Jane Jacobs se refiere de la siguiente manera: â¿Más espacios abiertos para qué? ¿Para crear vacÃos deprimentes entre edificios? ¿O para que los usen y gocen las personas normales? Pero la gente no utiliza los espacios abiertos urbanos simplemente porque estén cerca de sus viviendas, ni porque los diseñadores y urbanistas deseen que los usenâ.
El espacio público es el espacio democrático, igualitario, el espacio de la equidad. Pero en pocos meses todo esto se fue derrumbando como un castillo de naipes. Tras largas semanas de confinamiento e introspección; lecturas y reflexiones; encuentros virtuales y teletrabajo; de oÃr las voces de especialistas médicos, economistas, psicólogos, sociólogos, polÃticos; de intercambiar emails con colegas que se encuentran en diferentes partes del mundo; considero que: los urbanistas tenemos algo que decir, como un eslabón del mundo cientÃfico urbano.
Es cierto que en primer lugar debemos poner la salud, la economÃa y luego la educación; pero ¿del espacio público cuándo nos ocuparemos?
El COVID-19 es invisible ante nuestros ojos, pero ha puesto al mundo en jaque y lo seguirá haciendo por un largo tiempo. La ansiada vacuna pretende ser la solución para âescaparâ del problema. Pero eso no es suficiente.
Si esa es la excusa para olvidarse del coronavirus, significará que no hemos aprendido acerca de esta situación global que nos toca vivir y volveremos a las antiguas prácticas, las mismas que nos han puesto donde actualmente estamos. En el mejor de los casos, lo habremos soslayado y pasado a la siguiente generación como aquella herencia maldita.
Irónicamente, el distanciamiento social nos ha acercado ây con acercar no me refiero a unirâ más que en cualquier otro tiempo, y esto se lo debemos a la tecnologÃa. La humanidad se encuentra online y dispuesta a socializar, claro, de manera virtual. âTe veo, pero no puedo tocarteâ.
Ante mi duda de si el ser humano es un ser social por naturaleza, creo que hoy queda demostrado que sà lo es. El principal motivo por el cual nos cuesta cumplir el distanciamiento social âademás de salir a buscar el pan de cada dÃaâ es porque existe la necesidad de relacionarnos, y esta manera de relacionamos con el otro fue siempre el espacio público.
Desde el Ãgora; el Foro; el espacio público que conocÃamos, al âespacio colectivoâ actual. Es esta idea de âespacio colectivoâ en el que me gustarÃa poner la mirada y dejar a modo de reflexión qué será del espacio público una vez que esta pandemia logre controlarse.
En este punto hago la aclaración que me refiero al espacio público como las plazas; los parques; las calles que permiten la estancia, la pausa y el encuentro.
En reiteradas ocasiones habremos leÃdo artÃculos con el encabezado âcrónicas de una muerte anunciadaâ. En esta ocasión, el anuncio sencillamente no llegó. Si estamos en âsituación de guerraâ como muchos lo han calificado, el âenemigoâ nos atacó por la retaguardia. El espacio público tal como lo conocÃamos ha muerto, pero esta idea la explicaré al final.
Hoy nos toca vivir una realidad distinta y deberemos desaprender lo aprendido y estar dispuesto a volver a aprender acerca de cómo relacionarnos y convivir. Cómo interactuamos en espacios tan reducidos; en viviendas de 30 o 60 metros cuadrados; incluso en aquellas que cuentan con todos los lujos: grandes jardines, piscinas, terrazas. En cada una de ellas, el desafÃo será la convivencia.
Sin lugar a dudas, la casa ha adquirido un gran protagonismo nuevamente. Ahora es válido preguntarnos cómo se cohabita en espacios tan pequeños, ¿espacios diseñados para quiénes?
En los últimos años, la comodidad y calidad espacial se ha visto desplazada por cuestiones banales, privilegiando lo económico ante un buen producto. ¿Dónde quedó aquel sueño de âun espacio digno para vivirâ?
Esa casa de cerramientos horizontales y verticales es más que un espacio donde cohabitamos, es donde se construyen los vÃnculos con el otro. En paÃses con alta densidad de habitantes por metro cuadrado, esos espacios despreciados y de poco valor, hoy se han vuelto los más importantes.
Me refiero a los balcones; los rellanos; las azoteas, se han vuelto espacios colectivos donde tengo la oportunidad de socializar. Son verdaderos espacios de interacción. Si observamos la calle, veremos los nuevos espacios colectivos momentáneos; largas filas para ingresar al supermercado; las farmacias; las entidades bancarias. Son espacios donde hoy se socializa y donde tengo la oportunidad de interactuar con el otro, pero a metro y medio.
El espacio público tal como lo conocÃamos ha muerto o al menos habrá cambiado cuando todo esto vuelva a la calma. No será el mismo. Ante esta pandemia, ¿cuál es el rol que desempeñan los espacios públicos?, creo que es una pregunta válida que debemos hacernos todos los que intervenimos en su diseño y construcción.
Es hora de pensar más en la funcionalidad del espacio que en el diseño, sin renunciar claro está, al aspecto estético. Cuando nos referimos al espacio público, lo estético no puede estar por encima de lo funcional. ¿Qué tan importante resulta ser hoy el diseño del espacio público ante esta pandemia? Es otra pregunta que deberÃamos hacernos.
Hoy tenemos la oportunidad de ârepensarâ el espacio público: la casa; la manera en la que nos movilizamos y socializamos; la forma en la que vivimos. Debemos repensar la ciudad, mirarla de manera diferente âno para esperar un retorno al clima romántico del pueblo o del vecindario de hace cuarenta o cincuenta años, sino para prepararse en favor de un futuro diferente [â¦] se trata de pensar en una ciudad más ágil, más sencilla, en la que todos los ciudadanos cuenten másâ.
Antes me referÃa a la muerte del espacio público tal como lo conocÃamos, por la escisión de los lazos que nos atan y los vÃnculos que nos unen a esos espacios. Es mucho más que el lugar de encuentro y poco tiene que ver con un simple espacio de ocio. Es donde se construye el vÃnculo social.
Para pasar del âespacio colectivoâ al espacio público, debemos volver a hilvanar las relaciones en base al acercamiento social y la confianza. Pero antes hay que volver a construir de manera laboriosa y continua una imagen decisiva: el espacio público no es un lugar de contagio, sino de interrelaciones. El urbanismo deberá ser pieza clave en ello.
Autor: Adolfo Gabriel Ayala Moreno. Arquitecto y Urbanista.
Fuente: Urban Living Lab.